domingo, enero 13, 2008

Movimiento táctico hacia la retaguardia

Ya se me había ocurrido cerrar este sitio.
Cero originalidad, cero aporte al desarrollo de cualquier idea tanto mía como de alguien que disfrute leyendo diarios de vida publicados.
Tal vez debería pedir disculpas por esto último, pero eso sería ya sepultar definitivamente la más mínima señal de fuga creativa. Y que quede claro que es y será no más que una fuga, un aire, un viento que sopla mi mente y recorre cada uno de mis invisibles sentidos, casi como esas estampidas de elefantes que se ven en la televisión. Nunca pasa desapercibida una de esas fugas.
En el fondo y sinceramente, lo que me ha sucedido es que he comenzado a sentir cierto temor por las alturas. No hablo de edificios ni aviones, mucho menos de ascensores o escaleras. Hablo de dividir el tiempo en un antes y un después, una línea vertical que no duda en empujarme a que mire lo que hay abajo, luego lo que queda arriba aún inexistente.
Ahí me he quedado, como un imbésil, de poca tolerancia a las buenas alternativas que ofrece el mercado de las buenas aventuras.
He adquirido más eufemismos que transparencia, lo cual convina perfectamente con la sonrisa que tanto ama cierta gente.

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