jueves, agosto 02, 2007

Adiós

Segundo día de playa: caos.
Todavía tengo arena entre los dedos de los pies y de sólo sentir el roce, me duele la piel. Me gusta usar chalas en invierno, porque así tengo la impresión de que no hace frío, que me atrevo más a los días nublados, a la falta de vestidos en su cuerpo.
Como dato curioso, no he sentido hambre últimamente. Al menos desde que ella terminó conmigo, justo el primer día de playa. Y quién lo diría, si de haberlo imaginado años atrás, meses atrás, días atrás o cuando planeamos este viaje, de sólo ponerme en esa situación, me habría muerto o casi.
Pero sigo vivo. Sin sus labios, su voz, su secador de pelo en las mañanas, sus gafas que incluyen días nublados como este, su lunar cerca del cuello, sus brazos cruzados mientras espera que alguien la atienda en el kiosko de la costanera.
No lloré y no tuve ganas de lamer la sal de su cara. No quise correr a abrazarla fuerte para creer que seguía conmigo. Simplemente la dejé irse. Así de valiente o cobarde. No lo sé.
Desconozco sus motivos.
¿De qué servía conversarlo? si es justamente eso lo que he hecho todos estos años con ella. Conversar sus idas, sus regresos, sus problemas, sus ganas de no estar segura ni dispuesta, hablar de cómo se mide el amor en una balanza imposible.
Hablar estaba de más. Está de más ahora.
Quiero perderme de su lista de fracasos. Porque la amo y porque no espero soñar esta noche con la esperanza de que todo ha sido una mala actuación suya. Para ver mis reacciones, para asustarme, sólo eso, un susto, una pérdida falsa.
Este segundo día de playa, acabará sin ella, sin Martina caminando en la arena, corriendo para que las olas no la encuentren.

2 comentarios:

LECTURA INVERSA: dijo...

no renuncies.
no te vayas.




*

Anartista dijo...

y si renunciás
y si te vás


que sea con tus cuatro pies
y tus ocho manos-