viernes, junio 08, 2007

Se tropieza con la misma mujer

No hay como creerse importante en mitad de una mala escena de reencuentro.
Mi cepillo de dientes dejó de estar solo hace una semana y unas horas, tiempo suficiente para recordar a qué sabe vivir la misma vida de perro, combinada con el espacio que ocupa ella al borde de mi cama.No hay como su respiración marcando el ritmo de mis noches de desvelo. Prefiero quedarme quieto y mirarla en medio de la oscuridad, en vez de despertarla. Me intimida un poco esa facilidad que tiene para agarrar un sueño y no soltarlo hasta la mañana siguiente.
De cualquier modo me hace feliz que haya vuelto. Toca a la puerta, abro y me queda mirando con los ojos llenos de invitaciones; así lo interpreto y así le digo que pase, pero ella solamente me abraza, luego sonrie. Disfruta sintiendo que aceptaré sus regresos cada vez que haga falta abrir esa puerta, sólo porque no conozco otros ojos como sus ojos.Sé que pronto llegará esa tarde en que desee irse a algún sitio, lejos de mí. Sé que me quedaré aquí, en cuatro paredes, extrañando su perfume. Sé que volveré a esperar su llamada al borde de mi insomnio y que es más probable su regreso a su escape definitivo.
Por eso el reencuentro me resulta interesante desde cualquier punto de vista. Aunque ni ella ni yo seamos los mejores actores, pretendo jugar con el guión, para quedarme en la misma risa que usa desde hace años, los cordones violetas de sus zapatillas, su pelo recogido, sus ganas de volver, de empezar de nuevo.
No hay como aceptar y ser un idiota afortunado.

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