miércoles, abril 04, 2007

Feriado

Nunca comprenderé el color que dejaba en tu pelo el farol de la avenida. Parecías tener un aura indestructible, más fuerte incluso que tu rostro sin demostrarme demasiado. Todavía no te gusta sentirte vulnerable.
Tu forma de quitarle el peso al reencuentro, me embriagaba de una necesidad enorme de robarte un abrazo, esta vez sin la estrechez que requiere una despedida. Yo estaba de regreso y teníamos unas horas para recordar lo que aún no existía, lo inconcluso. Y de tu boca sólo salía el humo de un cigarrillo con olor a menta blanca.
Estabas distinta.
Tuve miedo de acercarme demasiado y decirte al oído una canción que ya no sonara como tu preferida, porque estabas a menos de un beso de distancia y aún así tocarte era una ingrata solicitud de recompensa por no haberme olvidado.
Tus ojos eran un incendio de hielo y tu risa de vez en cuando me hacía sentir que volver significaba algo más que un pasaje de fin de semana largo.
-¿Ya no me odias por haberme ido?
-Nunca te he odiado.

No hay comentarios.: